¿Para qué sufres si ya no estáis juntos? El proceso de individuación

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Seguro que alguna vez habrás oído a alguien decir, o incluso has sido tú mismo el que ha dicho: “He puesto tierra de por medio” con una persona. Pero a pesar de todo, en tu interior sigues sintiendo una mezcla de rabia y culpa por poner esa distancia entre vosotros.

Si ya no tienes relación con esa persona ¿por qué sufres?

Esta pregunta, aparentemente, no tiene una respuesta lógica. Ni siquiera tú entiendes por qué sigues sintiéndote así si la relación ya se ha acabado. Una de las posibles respuestas que este artículo pretende ofrecerte para entender mejor lo que sientes es que no se ha logrado una diferenciación de esa persona con la que se mantenía la relación; es decir, hemos vivido y hecho tanta vida con nuestra pareja, que es como si nos hubiéramos olvidado de que existimos más allá de ella.

Para explicar la “diferenciación” mencionada en el anterior párrafo, Jung (psicólogo, psiquiatra y ensayista) habla del proceso de individuación como la realización del sí mismo, y nosotros para entender este concepto vamos a utilizar un ejemplo: tú puedes tener como actividad que te diferencie de tu pareja asistir a un club de poesía los jueves.

A ti te reporta bienestar, te nutre de opiniones y visiones de otras personas, esto no es algo para tu pareja, es para ti, una actividad que diferencia al yo de “nosotros” y te permite ser independiente y autónomo del otro para poder crecer de forma sana y mantener relaciones sanas. Es decir, si mi autoestima y autoimagen como persona depende de la opinión y reflejo del otro, siempre cojearemos cuando perdamos una relación.

Esta diferenciación comienza en la infancia, pero no siempre es lograda, de ahí que sigamos sufriendo cuando se terminan las relaciones.

¿Es preferible el sufrimiento de mantener una relación que pasar por el proceso de dejarla y vivir solos con nosotros mismos?

Imaginemos la situación: Hemos terminado la relación con nuestra pareja, esa relación a la que dedicábamos prácticamente las 24 horas del día, aquella con la que nos sentíamos felices sólo si estábamos juntos, pero además, aquella que nos hacía sufrir porque no nos valoraba realmente aunque nos daba igual porque estar sin esa persona era ¡aún peor!

Otro caso común, es aquel en el que una persona te dice que la relación que mantiene con sus padres es horrible, le hace estar todo el día “encabronado” y lo que le supone la Navidad y las fiestas en las que tienen reunión familiar.

El caso es que estas personas se han independizado, no son adolescentes, son adultos con hijos, y a pesar de la distancia física que mantienen con sus progenitores, les sigue afectando en su día a día lo que estos le digan o le hagan.

Ahí está la clave, hay una distancia física, pero no hay una distancia emocional real. Seguimos en cierto modo enganchados a nuestros lazos afectivos y eso no nos permiten avanzar.

Distancia física no es lo mismo que distancia emocional

No, no es lo mismo. La distancia emocional supone la emancipación psíquica, la diferenciación, la individuación, el reconocerse como un individuo diferente del resto. Es lo que ocurre cuando conseguimos dar respuesta a la pregunta:

¿Quién soy yo?

Haz la prueba. Responde a la pregunta y mira si tus respuestas describen quién eres o por el contrario te describes según lo que opinan los demás de ti o según a quién se supone que te pareces.

  • “Me parezco a mi madre, muy ordenada, pero a mi padre en la cabezonería.”
  • “Pues dicen que soy muy blanda, siempre lloro por todo.”
  • “Soy como mi abuela, ella es muy dulce y persistente.”
  • “Soy muy dependiente, siempre pido opinión para hacer algo.”

Seguro que te resultan familiares algunas de las anteriores frases, solemos definirnos comparándonos con los demás, sin embargo, quiero compartir con vosotros algunos ejemplos en los que se refleja cuándo una persona está diferenciada del resto (Stierlin,1994):

  • “Sé que soy independiente porque vengo de un sistema de relaciones del que sigo dependiendo, pero no me pierdo dentro de ese sistema.”
  • Soy capaz de experimentar mis sentimientos, mis ideas, mi cuerpo… como propios, como algo distinto de los sentimientos, ideas y cuerpo de otros.”
  • “Me siento capaz de defender mis ideas frente a otros, respetando que también tienen derecho a pensar diferente y defenderse.”
  • “Me siento autor de mis decisiones y responsable de lo que hago.”

Sentimientos que acompañan a la individuación:

  • Culpa: Es normal que te sientas culpable por intentar actuar según tu criterio, por querer ser independiente, por querer llevar tu propia vida. Nadie te va a librar de ello. Pero esto sucede porque nunca has puesto límites a los demás y no te has respetado como ser individual. Tu entorno intentará que no cambies, piénsalo, cuando algo nos va bien no queremos que deje de seguir haciéndonos sentir bien, ¿o no?.
  • RabiaCuando te das cuenta que llevas tiempo sin expresar lo que opinas o quieres,  es normal que sientas enfado hacia ti por seguir haciendo eso que te hace daño, y hacia los que te mantienen en esa relación. Pero lo bueno es que sabes que tú puedes comenzar a intentar aplicar cambios en tu vida como expresar lo que sientes, decir no cuando no quieres hacer algo, etc.

¿Cómo puedo descubrir quién soy?

  • Si siempre has hecho lo que te han dicho es que nunca has escuchado a tu voz interna, has acallado por mucho tiempo tus deseos y necesidades. Cuando te pidan algo pregúntate primero: ¿Quiero hacerlo?
  • Date el lujo de decir que “no”. Si no quieres hacer algo, dilo.
  • Ten apoyo social. El apoyo social es un buen predictor de salud mental y física, te será útil para calmar ese sentimiento de culpa por intentar ser tú (Seligman y Csikszentmihalyi, 2014).
  • Puede que haya momentos en que necesites estar en soledad, para aclarar tus sentimientos. Está bien.
  • Revisa todos tus logros hasta la fecha. Cuando lo hagas elimina del relato los “pero” y las críticas. Si el logro es tuyo no es de nadie más. Date el placer de regodearte en tus éxitos.
  • Recordando situaciones del pasado, ¿hay alguna situación en la que creas que podrías haber actuado de otra manera para tener un resultado más favorable para ti? Si es así, ¿Qué podrías haber hecho? Aplica las soluciones que encuentres y sigue adelante, errar es de humanos.

Es cierto, que este proceso de diferenciación se inicia en la infancia, como he comentado más arriba, crecemos en un mundo de relaciones y no es fácil modificarlas. Ten claro que este proceso no implica que tienes que vivir solo y aislarte del mundo, a lo que se refiere es que dentro del sistema que te rodea (familiar, político, económico…) tienes que encontrar tu lugar, tu sitio, tus límites, conocer dónde empiezas tú y dónde acabas o empieza el otro.

 “Si abandonas tu apego a lo conocido, estarás entrando en el campo de las posibilidades”. Deepak Chopra

Para saber más…

“Bienestar psicológico, apoyo social percibido y percepción de salud en adultos mayores.” Terapia Psicológica 2012. Vol. 30, Nº2, 23-29.

  • Seligman, M.E.P. y Csikszentmihalyi, M.(2000). Positive Psychology: An Introduction. American Psychologist, 55 (1), 5-14
  • “La terapia familiar sistémica”  Terapia Familiar, Nº3, Nov. 89.

Otros autores que hablan de la individuación:

  • Margaret Mahler: “Proceso individuación-separación”
  • Bowen: “Diferenciación del sí mismo”
  • Stierlin: “Individuación con/contra”

Fuente con Licencia CC4.0: Psicomemorias – ¿Para qué sufres si ya no estáis juntos? El proceso de individuación por Leticia Valcarce.

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