¿Alguna vez, mientras hacías algo, has sentido que el tiempo había pasado sin que tu fueras consciente de ello? Y sí, podría estar hablando de la relatividad del tiempo de la que Einstein nos hizo conscientes, pero no, no hablo de Física, ¿Te suena lo siguiente?.
“Carlos tiene 16 años, acaba de recibir un regalo por Navidad, algo que llevaba meses buscando, Carlos es un apasionado de la astronomía, le han regalado un telescopio y un libro sobre como buscar, encontrar y diferenciar cualquier estrella del firmamento.
A partir de ese día, se tira noches, concentrado en la tarea, absorbe la inmensidad del espacio durante horas viviendo el momento, el cuerpo se evade, el tiempo vuela, cada acción, cada movimiento y cada pensamiento, están centrados en una única tarea de la mayor forma imaginable, ni recuerda su serie de televisión favorita, ¡asombroso!, aunque lo mejor estaba por llegar, y es el estado de satisfacción personal tras cada noche absorto a su nuevo placer.”
Esto señoras y señores, es el Flow o fluir, un estado emocional en el que nuestra atención está tan enormemente fijada en algo, que no nos percatamos ni del tiempo ni de ninguna otra cosa que pase a nuestro alrededor. El Psicólogo Mihály Csíkszentmihályi acuñó este término en la década de los 90, en su libro “FLUIR:Una psicología de la felicidad”.
Para Csíkszentmihályi 10 son los factores que acompañan a la experiencia óptima, aunque no es necesario que se den todos.
Además de hacer la tarea entretenida, el sentimiento de flujo, mejora nuestras aptitudes hacia el campo que estamos desarrollando, mejora nuestra creatividad y nos ayuda a aprender nuevas habilidades en la búsqueda del mantenimiento de este estado.
Lo cierto es que esta experiencia óptima se puede encontrar en casi cualquier ámbito de la vida, pero estamos tan acostumbrados a recibir tanta información falsa sobre las metas de la vida, que vivimos pensando que la felicidad es una meta a la que tenemos que llegar, a base de trabajar duro en algo que no nos gusta, a base de sufrir, de tratar de ganar dinero, de tener posesiones, hacer viajes lujosos, tener una posición social alta, compararnos con los demás…
Pero lo que es tangible, nunca será la felicidad, cuando alcanzamos un objetivo, este disminuye su valor para nosotros, reduciéndose así la motivación intrínseca (interior).
Los niños por ejemplo, absorben todo, son esponjas para aprender, y está claro que los factores neurológicos son muy importantes, pero ¿os habéis fijado en la capacidad de concentración de los niños de diez años?
Os invito a que los retéis a juegos de concentración y luego podéis decirme el resultado en los comentarios, a ver que conclusiones sacáis.
Tenemos que aprender a concentrarnos mejor en la tarea (acción dirigida a metas) para disfrutar más del momento y sacar partido a nuestras experiencias.
Fuente con Licencia CC4.0: Psicología Curiosa – ¿Qué es el Flow (experiencia óptima)? por Chus Diez
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