Cada vez es menos habitual aquello de dedicar un tiempo a planificar la próxima semana. Muchas personas entienden que no sirve de mucho cuando hoy lo normal es que el día a día cambie tus prioridades y haga que tus planes salten por los aires.
Afortunadamente muchas otras han descubierto que ante esta nueva situación hay también nuevas formas de organizarse y se han convencido de que una planificación semanal es un hábito básico para gestionar el estrés y ser personas eficaces.
Tanto en unos casos como en otros el trabajo se suele entender fundamentalmente como una cuestión de proyectos y tareas… y esto es algo que nos condiciona y nos limita.
Si yo soy en una gran medida en función de lo que pienso y de dónde pongo la atención es fácil que caiga en el “no tengo tiempo” y en estar menos orientado a personas y más orientado a tarea, en estar muy “On” con mis asuntos a tratar y “Off” en la atención a los estados emocionales. Y esto es algo que me puede restar intensidad vital… y eficacia.
Desde hace muchos años se insiste en que el cultivo de la llamada inteligencia emocional nos puede llevar de normales a extraordinarios y los expertos no hacen más que indicarnos que el camino hacia los resultados y el éxito no es solo cuestión de “qué” hacemos sino de “cómo” nos relacionamos.
¿Tendría sentido planificar de alguna forma esta otra dimensión a veces tan descuidada?, ¿acaso “emociones” y “planificar” pueden ir en el mismo tarro? Depende de lo que entendamos aquí por planificar.
Es un hecho que llevamos nuestra vida allí donde ponemos nuestra atención. ¿Qué pasaría, entonces, si…
¿Y cuáles son las consecuencias de no integrar bien esta dimensión emocional? ¿Te las puedes permitir?.
Solo con afán orientativo, algunas podrían ser estas:
Si quisieras hacerte con tu propia lista ¿Qué preguntas te plantearías?.
Fuente con Licencia CC3.0: KBidasoa – 7 preguntas para planificar una semana emocionalmente inteligente por Alberto Barbero.
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